Rapa Nui vuelve a poner en duda su reapertura

Si bien durante la semana pasada el Gobierno puso fin al problema Roe que mantenía tomada el aeropuerto de Rapa Nui, el cual era uno de los impedimentos de apertura, los pocos avances en las mejores de infraestructura sanitaria en la isla -pensando en el aumento de contagios en el país-, hacen difusa la certeza de la reanudación de los vuelos comerciales para turistas.

Ver: Rapa Nui: acuerdan solución por disputa territorial del aeropuerto

A estos problemas también se suman otros de índole logístico. El presidente de la Cámara de Turismo de Rapa Nui, Edgard Hereveri, señaló a El Mercurio que aunque los vuelos se reanudaran, en la isla no estarían en condiciones de atender a los turistas, ya que la mayoría de empresas del rubro está en quiebra y sin personal.

“El primer Fogape aportó $3.700 millones a las isla, pero sin ingresos por turistas casi nadie ha podido pagar y solo han seguido endeudándose para enfrentar los créditos vencidos”, dijo, agregando que también 3 mil trabajadores continentales abandonaron la isla, por lo que hay poca mano de obra.

Manto de dudas

Desde el continente, Rodrigo Ruiz, vocero del Movimiento de Rescate al Turismo, indicó que se hace imposible ofrecer el destino con la incertidumbre actual.

“Rapa Nui se supone que abre el 1° de julio, pero no se sabe cómo se va a operar: Latam Airlines no tiene muchos vuelos disponibles, hay una incertidumbre respecto del manejo de aeropuerto y del manejo de la pandemia dentro de la Isla. Todavía hay muchas preguntas. Nosotros como Rescate al Turismo lo que buscamos es tener certezas respecto de aperturas y fechas para poder planificar, de manera tal que el turismo internacional tuviera más o menos claridad respecto de lo que está pasando en Chile”, expresó.

En Latam Airlines también expresaron que requieren de al menos 45 días y una “fecha firme” para reorganizar sus vuelos a las isla.

Por su parte, el alcalde de la isla, Pedro Edmunds, expresó que la situación al interior es desesperada, lo que podría terminar en un descontento que afecte la seguridad pública.

“Sin una pronta reapertura, la gente está empezando a levantarse con ganas de gritarle al planeta que un Estado la tiene aprisionada y no quiere ayudarla. Como alcalde, estoy conteniendo y apaciguando”, dijo.

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