“El enoturismo crea empleo y oportunidades de emprendimiento. Logra implicar todas las áreas de la economía regional mediante sus vínculos con la artesanía, el entorno natural, la gastronomía y el agroturismo. Allí reside su gran potencial para generar oportunidades de desarrollo en destinos remotos.” La frase es de Zurab Pololikashvili, secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT), durante la Conferencia Mundial sobre Turismo Enológico, que se realizó en nuestro país los primeros días de diciembre.
La cita, que tuvo lugar en el valle de Colchagua (Región de O’Higgins), reunió a los principales expertos en el área a nivel internacional, los mismos que por su experiencia y conocimiento expusieron sobre tendencias, casos de éxito y buenas prácticas para desarrollar de mejor manera el enoturismo.
Chile es uno de los principales promotores de este tipo de experiencias. Durante el último año, más de 550 mil turistas declararon venir motivados por las actividades turísticas relacionadas al vino, un dato que deja entrever aspectos como que el gasto total de este tipo de pasajeros asciende a US$ 1.200 por persona. Para este año, se espera que lleguen más de 640 mil enoturistas.
UN IMPULSO PARA LA ECONOMÍA.
Otra de las frases del encuentro hizo referencia a que “en tiempos de crisis, la industria turística ha demostrado una capacidad de reinvención”. Al respecto, el ministro de Economía, Fomento y Turismo, Lucas Palacios, manifestó que en el caso del enoturismo se produce gracias “al propio empuje de las viñas que se desafían a ir cada vez más lejos, ampliando sus horizontes más allá de la producción y la venta de vino, pero también a que, como Estado, hemos implementado una política pública que fomenta el desarrollo turístico sustentable, donde tenemos una tremenda oportunidad”.
Es que Chile posee un gran potencial en la producción y la cultura vitivinícola, desde donde surge el enoturismo como una oportunidad de diversificación económica. Para la directora nacional de Sernatur, Andrea Wolleter, “el valor turístico del vino no solo potencia la riqueza vitivinícola de una zona en particular, sino también las experiencias de su entorno, como son la gastronomía, la cultura e incluso las experiencias de salud y belleza a través de la vinoterapia. Por tanto, el enoturismo integra a todo el territorio en que se desenvuelve esta actividad, lo que genera mayor desarrollo económico en él”.
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