El turismo espacial está en el imaginario popular. El “Danubio azul” de fondo da la idea de que presenciamos un ballet, una danza. En concreto, una coreografía espacial. En el fondo, gira lo que parece una estación espacial, y en primer plano, vuela hacia ella lo que asemeja ser un transbordador espacial con el inefable logo de la extinta Pan Am.
Turismo espacial: al infinito y más allá
El turismo espacial ya es una realidad. Se realizaron los primeros vuelos y se venden tickets. Virgin Galactic, Blue Origin y Space X, tomaron la delantera.

El turismo espacial está a la vuelta de una gran expansión.
Un “Space Clipper” en el que viaja nuestro protagonista, el doctor Heywoood Floyd (el actor William Sylvester). La secuencia pertenece al clásico film de ciencia ficción “2001 Odisea del espacio”, de 1968, que dirigió Stanley Kubrick, sobre un libro de Arthur C. Clarke.
Quaid (Arnold Schwarzeneger) llega a la recepción del hotel y se identifica, quiere acceder a la caja de seguridad que tiene a su nombre. El recepcionista lo atiende servicial, detrás, sobre la pared, se ve claramente el logo de la cadena hotelera Hilton. Lo curioso, es que ese hotel se encuentra en una base situada en Marte. La escena forma parte de la película “Total recall” (“El Vengador del Futuro”, por nuestros lares), de 1990, dirigida por Paul Verhoeven, y basado en un relato corto de Philip Dick.
Korben Dallas (Bruce Willis) sube a bordo del trasbordador, ha ganado un viaje turístico en un concurso organizado por “Croquetas Géminis”. La nave, la Fhloston Paradise, surca el espacio pero al llegar al planeta de destino, “baja” hasta el mar y lo recorre como un barco de cruceros. La historia corresponde al film “El quinto elemento”, que dirigió el francés Luc Besson en 1997. Y podríamos seguir…
Se trata de tres ejemplos apenas, que confirman que el turismo espacial está en el imaginario popular. Y hoy comienza a ser posible a cambio de US$ 450 mil.
La Humanidad esperaba que en algún momento el espacio se convirtiera en un nuevo escenario para la actividad turística. Claro, desde que se lanzara el satélite soviético Sputnik, en 1957, la exploración espacial fue una cuestión de los gobiernos. En principio por una cuestión político-estratégica. En tal sentido se asemeja a la coyuntura que se dio en 1919, cuando la Convención de Aviación de París, celebrada apenas terminada la Primera Guerra Mundial, consagró que la soberanía territorial de los países se proyectaba sobre el espacio aéreo inmediato superior. Repentinamente, en aquél 1957, el espacio era un nuevo escenario donde comenzaba a proyectarse la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que se venía librando desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Y, en segundo lugar, solo los países podían disponer del ingente flujo de capital necesario para convocar a las mejores mentes de la época, para desarrollar la tecnología necesaria. De alguna manera, esa simbiosis entre el capital y la tecnología que brindó soporte a la exploración espacial, también trazó un camino: todos los proyectos de turismo espacial de hoy avanzan en un senda abierta por los vuelos gubernamentales.
El incipiente turismo espacial es privado, casi en un 100%, porque llega de la mano de las grandes fortunas. Para exponerlo de modo sencillo: de los tres magnates que motorizan al turismo espacial hoy, Richard Branson, Jeff Bezos y Elon Musk, los últimos dos integran el Top Ten de los hombres más ricos del mundo. Ocupan el primero y el segundo lugar.
De todos modos, pocos saben que el punto de partida, al menos desde la formalidad legal, se remonta a 1984. En ese año el presidente estadounidense Ronald Reagan aprobó la “Commercial Space Launch Act”, donde desregulaba el uso comercial privado del espacio. Y de hecho en 1990, se reforzó esta política con la “Launch services purchase Act”, que habilita a la NASA, como un medio incluso de impulsar a la actividad, la contratación de servicios privados para colocar satélites en órbita.
Aunque lo que nos interesa aquí es el uso turístico, claramente todo el desarrollo de esta tecnología es sostenible si se la considera de modo integral. Es decir, no solo para “subir turistas”, sino también para colocar satélites en órbita y para la investigación científica privada en general.
Virgin Galactic
No es el emprendimiento de turismo espacial más veterano, pero sí el que está en estado más avanzado. Es liderado por el magnate británico Richard Branson. Virgin Galactic en sí, nació en 2004, la singularidad es que no ha desarrollado tecnología específica sino que se sumó a un proyecto ya en marcha. Y es que en 2005 se constituyó The Spaceship Company cuyo 50% es de Virgin Galactic y la otra mitad le pertenece a Scaled Composite. Esta empresa está liderada por Elbert Leander Rutan, más conocido como Burt Rutan, un revolucionario diseñador aeronáutico que creó el sistema conocido como SpaceShipOne, ganador del Premio Ansari X, financiado a su vez por otro millonario: Paul Allen, cofundador de Microsoft.
Cabe recordar que Richard Branson es, de todos los mencionados, el que más vinculación previa tiene con el turismo. La marca Virgin no solo desarrolló aerolíneas en todo el mundo, sino que también ha desarrollado una cadena hotelera, una línea de cruceros, trenes y puntos de venta de entradas a espectáculos, entre otros emprendimientos. De hecho, a Branson se le atribuye la frase: “¿La mejor manera de convertirse en millonario? Ser multimillonario y fundar una compañía aérea…”
El sistema de vuelo de Virgin Galactic funciona con un avión “portador” (el SpaceShipTwo) que despega cargando otro avión menor, del tipo cohete, “colgando” (WhiteKnightTwo). A determinada altura el avión más pequeño se libera y enciende el cohete para alcanzar así los niveles más altos de la atmósfera mediante un vuelo parabólico. En definitiva, los pasajeros pueden disfrutar de estar en la baja atmósfera y en ingravidez, por unos pocos minutos. Posteriormente, el avión corrige su posición, y aterriza por sus propios medios. El primer vuelo se realizó en 2010.
El propio Branson, realizó hace pocas semanas el primer vuelo de pruebas con la tripulación completa: siete personas.
Como decíamos antes, los tickets hoy tienen un costo de US$ 450 mil, pero Virgin Galactic ya vendió un lote 600 pasajes a entre US$ 200 mil y US$ 250 mil.
Cabe hacer la salvedad, que la empresa desarrolló su propia base, el Spaceport Américas, que se localiza en el Desierto de Mojave.
Blue Origin
En el 2000, Jeff Bezos, el fundador de Amazon, creó Blue Origin. La empresa se decantó por una propuesta acaso más convencional: un cohete reutilizable que coloque en órbita una cápsula con turistas-astronautas. Los primeros vuelos de prueba de los sistemas más grandes, se produjeron recién desde 2010.
A diferencia de Virgin, Blue Origin invirtió directamente en el desarrollo de una tecnología autónoma. Eso generó que hasta 2014, Bezos hubiera invertido en el emprendimiento unos US$ 500 millones. El corazón el proyecto es el motor cohete BE-4.
Blue Origin desarrolló varios cohetes transportadores: el Vulcan, el New Shepard (en homenaje a Alan Shepard, primer estadounidense en el espacio) y el que despegará en su primer vuelo este año, New Glenn (en homenaje a John Glenn, primer astronauta estadounidense que orbitó la Tierra). El eje sustentable del proyecto es que los cohetes sean reutilizables. El primer vuelo de pruebas del New Shepard I, en abril de 2015, se completó con éxito para la cápsula que se desprendió y aterrizó tranquilamente pendiendo de su paracaídas, pero el cohete en sí se accidentó al tratar de aterrizar. Sin embargo, en New Shepard II, realizó en sucesión cinco vuelos exitosos en 2016. El New Shepard III introdujo nuevas mejoras y el New Shepard IV, fue el responsable del primer vuelo tripulado que se produjo en julio pasado. En él, no solo voló el propio Jeff Bezos y a su hermano, sino que llevó a Wally Funk y a su primer turista espacial: Oliver Daemen, que con 18 años se convirtió en la persona más joven en llegar al espacio. La mujer es una célebre pilota femenina, hoy de 82 años, impulsora y creadora del grupo conocido como “Mercury 13”, que pretendía entrenar a un grupo de mujeres para volar al espacio, en la Década del 60.
Space X
Se trata del emprendimiento de Elon Musk, considerado el hombre más rico del mundo y data de 2002. Si bien el turismo espacial es una de las áreas de negocio, es quizás la empresa que tiene un enfoque más global y la que más ha desarrollado tareas como la de poner en órbita satélites privados y públicos. Hasta 2018, este segmento del “negocio espacial”, le había generado a Space X ingresos por US$ 12 mil millones. Como en el caso de Blue Origin, Musk desarrolló tecnología propia y con el principio de los cohetes reutilizables.
El 30 de mayo del año pasado, Space X lanzó el cohete Dragon II, con la cápsula Crew Dragon Demo II, con dos astronautas de la NASA. El vehículo llegó a la Estación Espacial, se acopló y permaneció allí por tres días hasta regresar sin inconvenientes.
Si bien disponer de toda la tecnología que ha desarrollado le permite pensar en desarrollar el segmento, la realidad es que Space X es la empresa más comprometida con contratos multimillonarios estatales, con la NASA y la Secretaría de Defensa de Estados Unidos y el sector privado. Pero a la vez, Space X está comprometida con proyectos más ambiciosos ligados con la vuelta de la NASA a la Luna, hecho que no sucede desde 1972, cuando se concretó el alunizaje de la última misión del Programa Apolo, la número XVII; y con la posibilidad de llegar a Marte.
El siguiente paso
Los vuelos orbitales son apenas el primer paso del turismo espacial. De hecho, curiosamente, el primer turista espacial fue el magnate Dennis Tito, que se pasó 7 días en la Estación Espacial Internacional (EEI) en 2001. Claro, el matiz es que no se trató de un viaje turístico en sí, sino que Tito se integró como parte de la tripulación, en un viaje desarrollado por la Agencia Espacial Rusa.
Sin embargo, la NASA se sumará a la tendencia y desde este año se espera que podría planear hasta tres viajes por año, con estadías de una semana en cada caso, llevando turistas que pagarán a razón de US$ 30 mil por día (US$ 210 mil por viaje).
En realidad, hay varios proyectos para la construcción de una nueva estación espacial que fungiría, en la práctica, como un hotel en órbita.
Turismo espacial en la TV
Con una diferencia de poco tiempo, se lanzarán dos realities show que tendrán como premio final l posibilidad de viajar al espacio. El primero de los programas se llamará “¿Quién quiere ser astronauta?”, producido por Discovery Channel; y el otro se llamará “Space hero”, producido por Deborah Sass y Thomas Reemer. El primero de ellos desafiará a los concursantes a concretar una serie de desafíos extremos para evaluar si el competidor tiene “lo que se necesita”, para ser astronauta. El premio correrá a cargo de la empresa Axiom Space, empresa nueva del segmento que sin embargo todavía no se anotó grandes logros.
“Space Hero”, más al estilo Gran Hermano, pondrán a convivir a un grupo de 24 personas de diversos países. Los desafíos planteados irán eliminando jugadores hasta que permanezca uno solo, el agraciado que viajará a la Estación Espacial Internacional (EEI).
Temas relacionados